19 octubre 2011

Un cuentito, para amenizar el día. Hoy: "Eli Babá y los 40 ladrones".

En una bella aldea cerca de la Villa del Rosario, vivía Eli. Era un joven gruñón, al que todo le molestaba y de hecho, lo conocían todos los moradores del lugar. Las madres decían a sus hijos: -"Tomá la sopa porque sino te lleva Eli".- Cuando las hijas eran adolescentes, les recordaban: -"No salgas así vestida que te va a encarar Eli".-
Lo cierto es que este personaje nefasto generaba pavor en la gente, y casi no tenía amigos. Es que las pocas personas que los querían un poco, se juntaban a comer y él casi nunca iba. Prefería mirar novelas dirigidas al público femenino, Utilísima satelital, y otros programas donde podía sacar su lado sensible, sin que nadie lo viera. Nadie sabía que en la intimidad era un tierno. Se pasaba horas escuchando grupos de música romántica, como Maná ó La Oreja de Van Gogh, pero sin duda, su preferido era Camila.

Un día, sin que nadie lo esperara, decidió sumarse a un viaje que organizaron sus amigos a tierras muy muy lejanas. El objetivo era claro: tratar de hacer en otro lugar lo que no puedo hacer acá. Y algunas cosas pudo, y otras no.
Resulta que Eli, jamás había contado a los amigos de la maldición que una bruja le había hecho cuando era pequeño. La misma consistía en que Eli iba envejeciendo con el paso del tiempo, pero su cuerpo quedaba igual que a los 20 años. Había perdido la cuenta de su edad, pero se calculaba que andaba alrededor de los 57/58 años.
Y allí empezaron a cerrar algunas cosas. Es por eso que la gente del poblado lo miraba mal. No podían explicarse como una persona de esa edad se podía quejar todo el día por todo, preferir estar sólo a con amigos, no hacer cosas divertidas, etc, etc.

Al enterarse de esto, los amigos trataron de consolarlo y, de tan buenos amigos, se les fue la mano. Y Eli vivió un cambio radical. De día seguía protestando por todo. De noche se transformaba. De día se seguía perdiendo por todos lados, en los parques, en las calles. De noche iba directo al grano. De día tenía los 58 años que rezaba su partida de nacimiento. De noche respondía a los 20 de su cuerpo. De día tenía problemas con toda la comida. De noche no le hacía asco ni a las mesas. De día le molestaba la gente del lugar. De noche encaraba a la gente del lugar.

Así fue finalmente como Eli volvió a su poblado natal, y ya nada sería igual que antes. Las noticias corrieron como reguero de pólvora y Eli, ya con su nueva vida, empezó a asistir a cumpleaños, a cenas con amigos, etc.

Moraleja: "Hasta en la rotonda más dura de la vida, tus amigos van a estar".-

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